El 30 de agosto de 1821 en la provincia de Villa del Rosario, Don Antonio Nariño a petición del Libertador, instala el primer congreso de nuestra historia republicana, que tiene como objetivo unificar los territorios de la Nueva Granada y Venezuela en una sola Nación. La Gran Colombia[1] nace así un 6 de octubre del mismo año bajo la constitución de Cúcuta, iniciando una ardua tarea, la de crear una figura jurídica que responda a las necesidades del pueblo colombiano El reto lo asumiría el general Francisco de Paula Santander quien en un primer momento había sido nombrado vicepresidente, pero teniendo en cuenta que Bolívar debe seguir asumiendo su lucha por liberar el resto de territorios, este renuncia a la presidencia y Santander debe tomar el poder del ejecutivo.
Mientras Bolívar liberaba con sus luchas a Ecuador, Perú y Bolivia, Santander estructuro en pocos años un Estado, tomando importantes decisiones que como lo dice David Bushnell en su libro Santander y el régimen de la Gran Colombia, fueron la base para que la Primera República intentara funcionar , dominando el territorio y respondiendo a las necesidades de los ciudadanos. Sin embargo la figura jurídica de un Estado existía pero la idea o el proyecto de Nación era ausente. A pesar de que tanto Santander, Nariño y Bolívar hicieron mucho esfuerzos por consolidar esta idea en la población, no lo lograron y hoy en plena celebración del bicentenario de la constitución de Cúcuta la idea es aun ausente. En este contexto vale la pena preguntarnos ¿Por qué no pudimos consolidar el proyecto de Nación? y ¿Qué elementos se necesitan para consolidar un proyecto unificador?
El segundo elemento que podemos contemplar puede ser un lenguaje común, en nuestro país fue el Castellano y es un legado de la regeneración, propiamente su sello esta en los prohombres de este proyecto de finales del siglo XIX Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo , ellos con su obra cumbre Diccionario de construcción y régimen del castellano, dieron la pauta para que este se convirtiera en el idioma hegemónico y obligatorio de todos los colombianos, pensaron que en la formación de los ciudadanos en la lengua, podrían encontrar el camino para unificar a los pobladores de nuestro país. Sin embargo, Colombia tiene una historia marcada por el mestizaje y la gran variedad de pueblos indígenas aún existentes, por tal razón no se puede pretender que todos los colombianos lo reconozcan como el principal factor unificación, pues en nuestro territorio existen más de 65 lenguas indígenas que aún son usadas y hay tribus en las que se habla únicamente su lengua originaria y no el castellano.
Solo hasta 1991 con la nueva constitución, el país opta por educar ciudadanos laicos y los profesores retomaron su tarea. Pero y como lo menciono Jaime Jaramillo Uribe en su ensayo sobre Estados y Regiones en el siglo XIX, el proyecto de Nación sigue siendo en la mente de los colombianos eso, un proyecto inconcluso. Hoy es fundamental repensar esta idea, no para formar ciudadanos que respondan a los intereses de un proyecto de una elite que no los reconoce y no los tiene en cuenta, sino para avivar el surgimiento de nuevas subjetividades políticas desde los movimientos sociales, desde los colectivos, desde las comunidades indígenas , las minorías organizadas que tejen auténticos procesos de democracia participativa e inclusiva.
En las organizaciones anteriormente mencionadas están los pilares de la lucha que puede consolidar el fin de un sueño integrador, que responda a las necesidades de nuestra época, tejiendo puentes de unidad, en donde los sujetos políticos de nuestro país luchen por la implementación de la constitución de 1991, de los acuerdos de paz y por el bienestar de las comunidades. De no hacerlo, en oídos de los colombianos seguirá retumbando la frase que Don Antonio Nariño le escribió al Libertador antes de Instalar el congreso de Cúcuta en 1821 “De qué sirven los triunfos si no los corona la paz”.
[1] El término “Gran” es acuñado por los historiadores, para diferenciarla de la actual colombiana.
[2] Fue la división política acordada en la Convención y constitución de rio negro en 1863. Los Estados Unidos de Colombia estaba conformado por nueve estados denominados soberanos (Antioquia, Bolívar, Boyacá, El gran Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima).
[3] Fue un movimiento político de finales del siglo XIX en Colombia liderado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro. Su objetivo principal era cambiar la forma de entender el país políticamente, dejar a un lado el federalismo adoptado en la convención de rio negro en 1863 y optar por un centralismo en lo político, lo económico y lo ideológico.
[4] Para más información visitar este link , articulo del Profesor Hermes Tovar sobre la pérdida del territorio colombiano a lo largo de su historia y publicado en el periódico el espectador http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/el-pais-sin-su-mitad-articulo-388951
[5] Bolivar al finalizar la campaña libertadora fue el primero en proponer durante el siglo XIX que los países hispanoamericanos emancipados conservasen las antiguas fronteras de las colonias del imperio español en América. Es decir, que los nuevos estados surgidos tendrían como fronteras las que le corresponderían de las colonias españolas en el año 1810, provisionalmente hasta la existencia de un tratado, alegando el año 1810 como el último de la monarquía española para la posesión legítima de sus dominios americanos. Así, al pasar a la vida independiente, se fijaron para los nuevos países unas fronteras en base a los antiguos territorios coloniales que en 1810 formaban parte integrante de un virreinato, capitanía general o audiencia. Este principio ha sido alegado por diversos países hispanoamericanos.
[6] El concordato del año 1887 fue un acuerdo político entre el Estado Colombiano y la Santa Sede en donde el primero le entregaba algunos beneficios a la iglesia como institución en nuestro país. Entre los acuerdos del documento encontramos ; que la santa sede le prestaría apoyo en la formación a las instituciones educativas, es decir el estado le entrega a la iglesia el poder para dictaminar los parámetros de enseñanza en todo el territorio colombiano , Los sacerdotes y obispos se reservaron el derecho de revisar y autorizar los textos de enseñanza y los maestros de las instituciones públicas , podían ser vigilados por los sacerdotes , teniendo la posibilidad de censurar cualquier actividad que se considerara perjudicial para la moral y los niño.